13 julio, 2008

Un día de lluvia

Los coches atravesaban la avenida, sólo se distinguían, a duras penas, los faros entre la torrencial lluvia que estaba cayendo.

-¿A qué tienes miedo?- la pregunta le cogió desprevenido. María siempre hablaba y hablaba mientras él se dejaba llevar.
-¿perdón, cariño, cómo dices?-
-¿Qué de qué tienes miedo?-

Seguía mirando por la ventana. Miró de soslayo a su compañera, su cabellera rubia, su cuidado aspecto, su bolso D&G, su traje Dior. Perfecta, la compañera perfecta, sin embargo no podía dejar de sentirse solo.
Hablar, la curiosidad no están de moda-pensó-.
¿Miedo? sonrió y cruzó los abrazos, su cuerpo de forma inconsciente se echo para atrás, como siempre ocurría cuando algo le contrariaba.

Miedo a tantas cosas intangibles a no poder controlar los acontecimientos. A tejer su imagen de joven ejecutivo y moderno, seguro y tranquilo. A que sus ojos no delataran la confusión de su alma.
Miedo a gritar y perder los papeles, decir su nombre, montar a Harley, escuchar su rugido, y huir del mundo de fotos y paraísos perdidos inalcanzables. Huir de su alambrada de espino que con tanto cuidado había urdido.
Quemar las naves y empezar de nuevo!, resultaba tan costoso, tan agotador!. Tan difícil volver a ser uno mismo, llevaba años repitiendo las mismas palabras huecas como si de un guión se tratara y a veces...

- Cariño, no te preocupes tienes todo bajo control, la reunión de mañana seguro que será un éxito. No tienes de que tener miedo.

María sonreía como una muñeca, dejo la servilleta sobre la mesa y en un susurro añadió
-¿Nos vamos? - su rostro denotaba ansiedad, sus dedos rozaron la palma de de su mano.

Miró como su cuerpo se deslizaba fuera de la mesa insinuante y sensual, la siguió.

Seguía lloviendo.

1 comentario:

nomolamos dijo...

desde un barco han lanzado una botella con mensaje al mar, la he recogido y lleva tu nombre, pasa por mi arrecife a recogerlo,
un beso.